Ahora se cumple el 70 aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki podría parecer que la amenaza de un ataque nuclear se ha desvanecido. Pero no lo ha hecho; la amenaza, en realidad, no ha dejado de crecer”.
En estos términos se expresa en una columna que publica The Conversation el director del Instituto para la Gestión de Desastres de la Universidad de Georgia, Cham Dallas. El profesor, que lleva 30 años estudiando los efectos de los accidentes y ataques nucleares, es una de las personas encargadas de formar la Nuclear Global Health Workforce, un organismo internacional cuyo objetivo será instruir y coordinar a los distintos servicios de emergencia para hacer frente a una crisis nuclear a gran escala. Su mensaje es claro: ningún país del mundo cuenta con un plan verdaderamente efectivo para minimizar los daños que causa una detonación nuclear, y no deberíamos descartar la posibilidad de que el desastre ocurra de nuevo.